lunes, 11 de octubre de 2010

Las servilletas tienen vida...

El otro día decidí hacer una escapada para estar relajada. Fui a la playa con mi perra, un look desaliñado pero personal, un pelo aparentemente despeinado pero, para mí es cómodo. En conjunto: paso desapercibida. Esa era mi intención. Yo estaba cansada de tanto jugar con Canela, mi perra,y decidí sentarme en unas rocas. Mientras miraba la vitalidad con la que Canela disfrutaba del agua, la arena... Yo desconecté un poco pero algo, de repente, se estampó contra mi pierna... ¡Era una servilleta! Estaba un poco deteriorada, húmeda pero no era una servilleta normal. Algo había escrito en ella.
Empecé a leer...

Estoy sentada en la cafetería de siempre. Desde el segundo piso mi cigarro sabe mejor. Espero mi capuccino bien caliente mientras que miro por la ventana. Nunca me gustó saber el sitio donde estaría, de esa manera cada día la ventana parece un sitio diferente. El sabor del café inunda mis pensamientos, estos aromas me dejan una sonrisa y esta ciudad hace que mi corazón lata al ritmo de jazz. En esta ciudad, mi objetivo es captar cada momento, el mejor y el peor, simplemente el especial... Parece que las alcantarillas succionan las malas apariencias, haciendo que todo lo malo no se vea. La hipocresía y el buen gusto son el resumen de mis imágenes aquí. Enciendo mi segundo cigarro y la música empieza a sonar. Mi relación con el alma del saxofón siempre fue muy buena. Fue el único que me intentó ayudar para que no me metieran en las alcantarillas. Me enseñó todo sobre él, su ciudad y sobre mí. Siempre estoy la primera para sentir como hace fluir su alma en el interior de su saxo. Cada vez que lo veo mi cigarro sabe amargo, aunque sigo fumando. Me dijo que odiaba fumar pero que yo lo convertía en un arte; realmente, todo lo que tocaba lo convertía en arte. Yo me convertí en su obsesión...
Digo que me convertí porque: ahora que sólo está su saxofón... ahora me doy cuenta de quien era, ahora que ya no está. Él se ha convertido en mi obsesión.
Gracias por dármelo todo...
Siento ser tan mala...
¿Mi sitio? No te preocupes, porque si me intentaron meter y tu lo impedistes. Ahora voy yo sola...

Para cuando terminé de leer una lágrima cayó sobre el final de la carta... Intuí un "te quiero"
Oí un ladrido y eso me preocupó; ¿dónde estaba Canela? Canela estaba a mi lado, sentada conmigo. Esta historia me hizo reflexionar, me enseñó y por eso; antes de que fuese demasiado tarde le dije a Canela: ¡te quiero!

Escrito by: DoubleAM

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