sábado, 9 de octubre de 2010

LA HUIDA

-El año pasado, en clase de lengua y literatura nos mandaron un trabajo que consistía en crear una historia al estilo Romántico. Este es el resultado; espero que os guste.
-Antes de comenzar, me gustaría comentaros que esta historia es mitad verídica mitad fantástica y está escrita por mí. (Alicia M Alcázar Márquez).
LA HUIDA

Mis padres me comentaron la idea de dormir en casa de mi prima y yo... No me lo pensé demasiado porque las caras de mis padres eran complicadamente inexplicables. No sabía lo que pasaba pero...
No esperaba que fuese nada bueno; pero no pregunté y me fui a casa de mi prima. Mi preocupación aumentaba conforme pasaba el tiempo, pero decidí olvidarme del tema y pasar un rato agradable.

Por la mañana, cuando me desperté, era un día cerrado, seguro que llovería.
Desayunamos y la cara de mis tíos era igual que la que tenían mis padres ayer. Entonces pregunté...
Nadie está preparado para este tipo de cosas, fue el despertar más amargo que he tenido y tendré. Deseé no haberme despertado, y mucho menos, preguntado.
Mi abuelo había muerto. Y yo... cuando me lo dijeron, no fui capaz de decir nada mas que: Ya, ya lo sabía. Y yo en mi interior me preguntaba enfadada: ¡¿Qué sabía el qué?! ¡Me sentí la persona más rastrera y sin sentimientos de este mundo! Me dicen que mi abuelo ha muerto y yo digo: Ya, ya lo sabía...
Mientras me llevaban al pueblo en el que tendría lugar el velatorio y el entierro, iba pensando y reflexionando en qué me iba a encontrar, intentaba recordar momentos con mi abuelo; pero lo más duro de todo fue cuando me di cuenta de que, había pasado buenos momentos con él, pero... Realmente nunca le había dicho un te quiero ni lo que pensaba de él, nada. Me sentía la peor persona del mundo. Estaba enfadada conmigo misma. Me sentía impotente por todo.

Cuando llegamos y entré a la maldita habitación, donde estaban todos desgastándose las mejillas de tanto llorar, fue lo más duro de todo, porque no podía expresar lo que sentía. Mientras se oían los truenos y se veían los rayos caer, yo avanzaba por esa habitación y lo que más me apetecía era ponerme a llorar y no parar nunca pero sabía que, si lo hacía, el dolor de mis familiares (tíos, abuela, madre...) aumentaría y no quería que se pusiese peor la cosa. Así que aguanté y, cuando salí por aquella puerta... Era como si me hubiesen arrancado el corazón de cuajo y yo no sintiese nada. Estaba en una nube.
La gente no respetaba el dolor de nadie y todos chillaban. ¡Había gente que se reencontraba y estaba tan feliz y yo sintiéndome la peor persona de este mundo! ¡No era justo! Salí corriendo de allí y, gracias a Dios nadie me vio. A pesar de que fuesen las seis de la tarde parecían las dos de la madrugada porque la oscuridad y la niebla se hacían dueñas de la calle y la rambla había salido. El cielo furioso conmigo. Estaba furioso porque todavía no había derramado ni una lágrima. Mi dolor aumentaba cada vez aumentaba más porque cada rayo iba directo a mi corazón, partiéndolo en mil pedazos una y otra vez. Iba a estallar. No podía aguantar más, así que empecé a llorar como si fuese la última vez que lo fuese a hacer y me puse a correr por las calles deseando perderme de aquel lugar. Conforme iba corriendo me iban mojando más mil lágrimas que la lluvia. El hecho de perderme, de desaparecer, la lluvia, la gente, las consecuencias... Todo ya, me daba igual. No quería seguir con aquello.
Cuando ya mi cuerpo no aguantó más tuve que pararme porque ya ni podía respirar. Ahora la que tenía las mejillas desgastadas era yo y... Decidí sentarme en una acera pero era imposible para de llorar y de sentirme lo peor... Estuve en aquella acera, mojándome, esperando a que todo pasara pero, todo era en vano. ¡No pasaba nada! Pensaba que lo mejor era estar sola y me intentaba convencer de ello pero realmente lo único que necesitaba era: ¡Una persona! Una persona en la cual me pudiera apoyar y pudiera llorar, que me abrazara y simplemente, se limitara a estar cerca de mí.
Como veía que la lluvia no paraba decidí levantarme y ponerme a bailar y a cantar. Me daba miedo a mí misma porque estaba llorando, dando vueltas sobre mí misma y cantando. Cantando una de mis canciones favoritas (Dear Mr President de P!NK). Y cuando llegué a la parte en la que la canicón dice: ...NO CHANCE TO SAY GOODBYE... Alguien cantó conmigo y me paré. Cesé de llorar y limpié mi cara. Seguí cantando, pero solo esta vez sin dar vueltas y sin llorar; y ese alguien seguía conmigo, cantando. Yo cada vez cantaba más alto para saber de dónde venía. Daba vueltas, miraba en las ventanas de las casas, en todos y ningún banco me daba la respuesta, en los coches y... se me ocurrió mirar debajo de un coche. Me agaché,miré y... ¡Nada! Ya no sabía por dónde buscar, entonces me levanté de allí y... ¡BUH! Me volvía caer al suelo del susto que me llevé. Me limpié de nuevo la cara porque no veía bien, tenía los ojos empapados. Era un chico vestido con una chaqueta tres cuartas, poco más pude ver, pero también llevaba un perro. Antes de ponerme a darle vueltas a mi cabecita y preguntarme mil cosas sin respuesta. Simplemente le miré a los ojos, tenía una mirada extraña, misteriosa... Me perdí en ella y me tiré a sus brazos, era lo único que necesitaba. El chico solto la correa y el perro salió corriendo, juraría, al ver la manera en la que salió corriendo, iba huyendo de algo... Pero lo más raro es que el chico en lugar de intentar quitarme, soltó al perro para abrazarme. Al rato de estar abrazados bajo la lluvia y los truenos, decidí preguntarle algo al oído:
- ¿Eras tú el que estaba cantando conmigo?
(Se hizo un silencio bastante incómodo para mí, porque pensé que: al preguntarle aquello iba a soltarme y seguir la conversación o algo pero.. me apretó más fuerte). Le volvía a preguntar algo:
- ¿Cómo te llamas?
- ...Me llamo Hugo, ¿y tú? (Me contestó suavemente al oído)
- Arash. ¿Has sido tú, el que estaba cantando?
- Sí. ¿Vamos a algún sitio en el que podamos hablar más tranquilamente?... Aquí hay demasiada gente clavando sus miradas...
(Extrañada por lo que me acababa de decir, aquel juego era desconocido para mí pero... me limité a contestarle con delicadeza y miedo al oído)
- Voy donde tu quieras.
- ¿Al parque?
- Te he dicho que donde tu quieras.
Mientras íbamos de camino al parque me dejó su chaqueta y no me soltó en ningún momento, yo estaba encantada. Al cabo de un rato le pregunté:
- ¿Por qué haces esto por mí? Parece como si te hubieses metido en mi cabeza e hicieses todo lo que necesitaba.
- Porque he estado escuchando todo lo que decías.
- Si no estaba hablando. Sólo pensaba.
- Entonces te he... pensado.
Dejé de preguntarle porque me estaba empezando a cabrear. ¿Cómo sabía todo aquello? ¿Quién será? Le iba a volver a preguntar pero antes de nada, me interrumpió:
- No pienses tanto, vas a conseguir que me duela la cabeza. Ya hemos llegado.
- Pero esto no es el parque.
- Me has dicho que podíamos ir a donde yo quisiera. Te sugerí lo de ir al parque pero me volviste a decir que donde yo quisiera asi que, aquí estamos, en mi casa. Puedes cambiarte. En el baño hay ropa e incluso te puedes duchar si quieres.
Guardé silencio y me di una ducha, me sequé bien y me puse aquel traje que me dejó para mí. Si me pidieran que lo describiese en una palabra: aquel traje era muy OSCURO, muy oscuro...
Cuando me detuve y observé la casa, la ropa... a Hugo. Nada era normal. Su mirada seguía siendo intensa y oscura. Su pelo era de un rojo intenso, pero es que sus cejas, sus pestañas... Parecía que le habían tallado la cara, hasta las cicatrices eran perfectas.
Estuve tocando un rato el piano mientras él estaba preparando la cena. Hablamos y, la verdad es que: estaba un poco incómoda pero me dejé llevar por la situación. No quería darle dolor de cabeza.
Después de cenar me dijo:
- ¿Quieres que vayamos a otro sitio?
- Voy adonde tu quieras, pero sin mojarnos.
Salimos y nos montamos en un coche antiguo y oscuro; seguía lloviendo y el cielo seguía furioso, pero a mí ya se me había pasado. Desde que abracé a Hugo todo se me olvidó.
Cuando vi donde me había llevado arranqué a llorar, y no me quería bajar del coche. Hugo me agarró con fuerza y me sacó del coche llevándome a sus brazos de nuevo. Me susurró al oído algo:
- Quiero enseñarte algo...
Abrazados bajo un paraguas enorme que nos protegía de la lluvia. Aquello era maravillosamente horroroso. ¡Estaba a gusto con él, pero en un cementerio! ¿Por qué me llevó allí? ¿Qué era aquello que me quería enseñar?
- Te he traído hasta aquí para que sepas la verdad sobre mí, saber quien soy.
Esta vez si que me aparté de él y quise salir corriendo, pero sería en vano. Me perdería de nuevo. Entonces cabreada le grité:
- ¡No quiero saber quién eres! Eres simplemente perfecto y quiero seguir viviendo esta historia contigo. Prefiero vivir con lo perfecto desconocido antes que existir en lo conocido.
A Hugo le cayeron dos lágrimas negras. Se las quité de la cara y llevé mi mano manchada al calor de mi boca. Rocé con mis labios mi mano, manchándolos. Lamí el error. ¡Era sangre! ¡Estaba llorando sangre! ¿Tanto era su dolor? ¿Por qué lloraba? De repente la lluvia paró. Se hizo otro silencio largo en el que contemplaba a Hugo llorando. De pronto, cayó un rayo entre los dos separándonos definitivamente. Hugo salió huyendo... ¿Sería de mí?
Lo vi a lo lejos en uno de los callejones del cementerio, lleno de neblina, totalmente oscuro. Y de pronto vi que se paraba, sacaba algo del bolsillo. ¿Era un móvil? No sé lo que era, estaba muy lejos y demasiado oscuro, peor al ver aquello su rostro se sumió en el terror. En todo el tiempo que le conocí, a pesar de que hubiese sido poco, por no decir nada... Nunca pensé que alguien así podría tener tanto miedo de algo cuando, él es el temido. Ahora él parecía el perro asustadizo que huía de algo... Aquel perro que soltó para poder abrazarme...
Estaba muy contrariada... ¿Porqué me ha pasado esto a mí; ¿Qué hago ahora?... ¿Quién era?
Empecé a andar pensando en esas tres preguntas... El cementerio no era muy apetecible pero era lo único que me quedaba...
Una sombra se acercaba hacia mí, era el perro de Hugo o simplemente el mismo perro. Se acercaba a mi. Llevaba algo en la boca. Lo cogí. Era un papel babeado pero aquellas letras parecían grabadas a fuego... Estas letras decían:
- PORQUE LO NECESITABAS.
- HUIR SIN RUMBO Y ENCONTRAR AL MISMÍSIMO DIABLO SI ES NECESARIO.
- ...
¿Por qué no contestaba a mi tercera pregunta?...
¿Por qué me hago preguntas de las cuales ya sé la respuesta?


Escrito por: doubleAM

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