lunes, 27 de diciembre de 2010

En busca...

... del imperdible perdido.
Quiero compartir y comentar
como se siente uno al dejar algo
y ver que no vuelve, que ya no está.
El valor de aquello, ¿el dinero?
¡Qué mas da! Lo que vale es
el precio, sin dinero, a pagar.

Un ejemplo; un libro manoseado, mugriento,
con páginas sueltas, palabras subrayadas,
anotaciones por las cuatro direcciones del viento,
una pluma se encarga de señalar el orden de las palabras...
¡Pues ya no está!

Ergo: no dejar libros a los que les tienes cariño.
Egoísmo, quizá hasta que el descuido desaparezca...

2 comentarios:

  1. Larra ya lo dijo:
    "Hay dos clases de ingenuos: los que dejan libros, y los que los devuelven".
    Esta experiencia con los libros es universal.

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